Celaya Gto.- Muchos de los que hemos vivido más de cinco años en Celaya y sobre todo los que nacieron en esta ciudad del centro del país, hemos oído hablar de las leyendas, cuentos y ‘apariciones’ que se han generado a lo largo de la historia en uno de los lugares más emblemáticos de Celaya, La Casa de la Cultura.

Hace un par de años platicando con uno de los guardias, que en aquel momento custodiaban y vigilaban la casa de la cultura, ubicada junto al templo de San Agustín. en el Corazón de la ciudad, me relató una experiencia que había tenido en el mes de noviembre del año 2013.

“Aquí constantemente me decían los profes que trabajan allá arriba que, si aún no me había tocado ver nada, y yo les preguntaba, que ¿nada de qué?, pero se reían, nada más, hasta que uno me dijo un día, que de las apariciones y fantasmas, pues como no creo, o más bien no creía mucho en eso, no hacía caso, hasta que una noche que hubo una obra y bailables para celebrar algo de la revolución, como cada año…”

“… Resulta que ya cuando terminó todo y me tocaba ver que nadie se quedará dentro de los salones o en los pasillos, me asome desde la puerta principal y cruzando el patio en las escaleras que dan a la planta alta, vi que iba caminando una muchacha, entonces la seguí para decirle que ya iba a cerrar que allá arriba ya no había nadie, (ella estaba vestida, con ropa ‘de más antes’), cuando llegamos al pasillo que lleva a los baños y a la administración le grité pero no volteó hasta que llegó al final del corredor y ahí fue cuando me quede frío… me miró para luego voltearse y meterse en la pared, ahí desapareció…. Patitas para que las quiero, jamás regresé a revisar nada, me llevé un buen susto”, contó, ante mi asombro.

Ahí también hablamos con algunos de los trabajadores quienes relataron, que efectivamente, es constante la aparición de ‘personas’ que ya no pertenecen a este mundo.

“A mí me tocó ver un monje, estaba yo escribiendo en la computadora y salí al pasillo, entonces de uno de los salones salió esta persona que se veía normal, solo que no distinguía su cara, iba vestido como monje, de color café, en unos segundos no sé porque pensé, pero me dije a mi misma, no este señor no es del mundo de los vivos, de inmediato me regresé a la oficina a terminar mi trabajo, lo seguro, es que este monje, jamás salió, yo espero no verlo de nuevo”, contó una secretaria.

Caminando entre los pasillos de la casa de la cultura, hay salones y zonas en donde se siente una temperatura más baja que en otras áreas, escalofríos inexplicables, aunque siempre podemos culpar al frío de la noche, uno de los lugares en donde definitivamente parece como si alguien de observase, es en los baños que están tanto en la planta baja a un costado de las escaleras, como el que es utilizado por los alumnos en la parte alta, donde se imparten las clases.

“En los baños de arriba es en donde la gente se siente más incómoda, y en donde no solo una, sino muchas personas han visto a una niña rondando por ahí, no me ha tocado verla, pero muchos dicen que se aparece con regularidad, nosotros vamos al baño, pero ya cuando es una verdadera urgencia, yo cuando puedo me aguanto hasta salir del trabajo”, contó otra de las trabajadoras.
La verdad y a pesar de estas historias no podemos negar que, en el caso de la casa de la cultura, además de ser un lugar en donde ocurren estos ‘fenómenos’, es un sitió lleno de riqueza arquitectónica un bello rincón, que nos remonta al Celaya de hace cientos de años, cuando esta ciudad apenas se consolidaba y además su belleza es infinita.

Finalmente, y pasando de salón a salón nos detuvimos en la parte de arriba, en donde estaba uno de los profesores, que, por cuestión de no ser tachado de loco, prefirió mantenerse en el anonimato y nos contó que cuando empezó a trabajar en casa de la cultura, el con sus propios ojos vio a una de las ‘almas’ que aún pegadas al mundo de los vivos, ‘caminan entre nosotros’.

“Estaba yo tomando fotos, había un festival en verano, las muestras de arte y el trabajo que se hace por parte de los jóvenes, pero para lograr una imagen general de la gente y padres de familia, me subí a la parte de arriba, la verdad no me había fijado en un inicio que había otra persona observando el movimiento de la gente, entonces me acerque y le comente que me había subido para tomar una mejor foto, pero el mirando hacia abajo, ni siquiera volteó a verme, pensé que no había escuchado cuando decido acercarme más hacia él y para mi desgracia, vi que no tenía pies….

“… Estaba flotando a unos 30 centímetros del suelo… nunca lo voy a olvidar, todo vestido de negro, no supe cómo, pero en dos segundos ya estaba en la parte de abajo, cuando veo pa’ rriba, ya no había nadie, más que miedo sentí mucha curiosidad, porque había escuchado de fantasmas, pero nunca había visto uno, espero no ver a otro más”, relató.

Ya de salida y después de haber comido un delicioso pan de muerto y haber comprado una calaca de las que vendían entre veladoras las señoras comerciantes me alejé de este bello lugar, platicando a una amiga, todo lo que me habían contado en víspera del día de todos los santos a lo que mi amiga dijo, claro que ‘aquí espantan’.

Historias fantásticas que nos unen al pasado y recordando que un día también seremos muertos, o quizá almas perdidas caminando entre los que siguen respirando, creas o no, esto es parte de la cultura popular mexicana. Feliz día de muertos, que ya se aproxima.

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