España.- ¿Quién no ha oído alguna vez eso de "el trabajo te matará"? Más allá de los trágicos accidentes laborales, de los riesgos que se corren en determinadas actividades profesionales y de las enfermedades ya reconocidas que puede causar el empleo, un informe demuestra que el trabajo también mata en silencio. O más bien, quita años de vida. Hasta nueve, siendo precisos.

El número de horas dedicadas a trabajar semanalmente incide directamente en la esperanza de vida de las personas, según un informe publicado por Antibodies.com, una compañía ubicada en Cambridge que da servicios de apoyo y herramientas de alto nivel para la investigación científica. Basándose en datos de hábitos de vida y otros factores extraídos de estadísticas de la Organización Mundial de la Salud y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), entre otras entidades, el informe "Lifestyle vs. Lifespan" ("Estilo de vida contra esperanza de vida") pone la lupa en cómo los países en los que sus ciudadanos trabajan menos horas son, además, los más longevos. 

En concreto, cada hora de más que se pasa en el trabajo por encima de las 40 horas semanales recomendada puede suponer perder 2,25 años de vida. El exceso de trabajo por encima de las 48 horas semanales significaría vivir hasta nueve años menos, según esta investigación. 

Las naciones con horarios laborales menos inflados coinciden, también, con ser las más longevas. Así sucede con Japón, España, Francia y Australia, con la excepción de Suiza. El país helvético, pese a ser el segundo con mayor esperanza de vida -sus habitantes pueden vivir hasta una media de 83,3 años- ostenta el mayor volumen de tiempo consagrado al trabajo: 50 horas a la semana. Sólo es superado en esta categoría por la República Centroafricana, uno de los territorios con menor esperanza de vida, hasta los 53 años. 

Los países con la menor longevidad de la tabla, todos ellos del continente africano, se corresponden también con los que más horas trabajan cada semana, entre las 45 de Lesotho y las 52 de la citada República Centroafricana. 

La investigación, sin embargo, ha tenido en cuenta otros factores relativos a los hábitos de vida de las personas en cada país que afectan a la salud, como el consumo de tabaco, alcohol, carne y drogas; la contaminación del aire, el porcentaje de vacunación o la prevalencia de patologías como la obesidad. Con el cruce de estos datos subrayan el papel esencial que juegan las horas semanales trabajadas en la esperanza de vida. 

Así, los investigadores ponen en valor el caso de España, que es el tercer país más longevo -vivimos de media 83,1 años, sólo superados por Japón y Suiza- pese a tener tasas por encima de la media de sus vecinos de tabla en la prevalencia del tabaquismo, la obesidad, las enfermedades relacionadas con el consumo de drogas y el consumo de carne -97 kilos anuales por persona-. Las 40 horas semanales estipuladas para el empleo son consideradas clave a la hora de explicar el resultado. Lo mismo sucede con Francia, que esgrime su jornada laboral de 35 horas -la más 'adelgazada' del mundo- y una esperanza de vida de 82,9 años pese a su altísimo consumo de alcohol y tabaco, muy por encima de la media. 

LAS EXCEPCIONES DE AUSTRALIA Y LESOTHO

El estudio refleja cómo en cinco de los 13 países con menor esperanza de vida la semana laboral supera las 45 horas, en contraste con el único caso entre los 13 más longevos, representado por la excepción suiza. Ninguno de los últimos tiene semanas con tantas horas dedicadas al empleo. 

Stewart Newlove, director de la compañía responsable de la investigación, añade que a las horas trabajadas se suman factores relevantes para la salud como las vacunaciones, la calidad del aire o el acceso a la sanidad, con una clara conexión con la longevidad de las personas. Sin embargo, apunta alguna anomalía como excepción que sirva para confirmar la regla. Así, cita el caso de Lesotho, una nación africana que ostenta las mayores tasas de vacunación infantil -ronda el 93% cuando la media entre sus vecinos con baja esperanza de vida se sitúa en el 63%- y que, pese a esto, no logra mejorar su longevidad.

Otra de estas raras avis toma cuerpo en Australia, que, con altos porcentajes de desórdenes causados por las drogas, consumo de carne y obesidad -son los segundos- logra el cuarto puesto en longevidad, con una media de 82,9 años de vida. Y el detalle que faltaba: su semana laboral es de 38 horas.

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