Celaya Gto. Por: Arlett Cáradenas.- ¿Qué pasó el 26 de septiembre de 1999?
“Ocurrió aquí la mayor tragedia de Celaya, 4 toneladas de pólvora estallaron en este lugar. Muertos, más de 72, el último fallecido José Socorro Ortega García, hace unos meses, era uno de los compañeros mutilados. Cinco mutilados, 4 ahora y más de 200 heridos, desaparecidos nunca hemos sabido cuántos. Hay personas que nunca volvieron a saber qué pasó con sus familiares y nos está cubriendo el olvido”.
Florencia López Ojeda
El 26 de septiembre de 1999 la calle Antonio Plaza parecía zona de guerra. Edificios demolidos, cuerpos de hombres, mujeres y niños esparcidos por el pavimento, cientos de personas heridas.
La cuantificación cerró con 72 personas muertas, más de 350 lesionados, y un número no especificado de personas desaparecidas.
Han pasado 17 años desde aquel “Domingo Negro”, que enlutó a Celaya, ahora los familiares de quienes perdieron la vida y los lesionados se enfrentan al olvido, viven y a sus propios dolores.
“El olvido está cubriendo, si olvidamos a los heridos y a los muertos, es como si ellos recibieran otra explosión pero ahora de olvido, y yo creo que no podemos permitir eso, la sociedad celayense no debe olvidar a sus caídos, en los ejércitos no los abandonan, el pueblo de Celaya espero que tampoco los abandone”, expresó Florencia López Ojeda líder moral del Movimiento Ciudadano Celayense que surgió para agrupar a las personas afectadas.
Florencia relató que aún existen personas que requieren atención médica urgente.
“Dos operaciones urgentes: Ernestina Lizardi Córdova y Leonardo Miguel Pérez Castañeda, ambos requieren operación de rodilla y Leonardo está a punto de perder la pierna por infección de la prótesis”.
La presidencia municipal los había apoyado, sin embargo, en el caso de las operaciones las ha postergado.
“Lo que queremos es que se concrete y que los apoye, a veces mencionan escases de dinero. La última operación para Ernestina la cotizaron en León en 150 mil pesos, dijeron que el Estado iba a cubrir esa operación y no lo ha hecho. En el caso de Leonardo Miguel el monto debe ser mayor porque le dieron 2 alternativas: una amputarle la pierna y la otra con una operación mantenerla rígida de manera permanente, él desea salvar su pierna, le dijeron que su última opción es el hospital Magdalena de las Salinas y él requiere que le poyen para que sea recibido allá”.
López Ojeda dijo que a más de dos décadas de distancia no hay justicia.
“Ha habido un proceso judicial donde nos dicen que se ha aplicado el derecho, no vemos donde está la justicia, la que se considera culpable de los hechos estuvo o está en prisión saldando esa culpa con la sociedad, pero parte del proceso indicaba que había que pagar una reparación del daño a las víctimas. Después de 17 años no hay tal pago. En un país con régimen de derecho no se puede decir que eso es normal. Hace algunos años, aproximadamente 5, el juez de distrito le ordenó a hacienda que hiciera los trámites necesarios para que se procediera a la reparación del daño de las víctimas, Hacienda no hizo nada absolutamente”.
“Fuimos a las oficinas de Hacienda en Celaya, en Irapuato, en la Ciudad de México, cruzamos oficios de petición a México, y no se movió una sola hoja de ese árbol”.
López Ojeda dijo que hay una triple responsabilidad en la quema de pirotecnia.
“Nos preocupa que se sigan quemando cohetes y que la autoridad haga esfuerzos pero no los suficientes, pero no solamente la autoridad civil, la autoridad eclesiástica podría apoyar para que se sensibilizara a los párrocos y la feligresía para que tomaran conciencia por las víctimas que ocasionan, y a la sociedad en su conjunto para que no practique la quema de material pirotécnico y denuncie la venta ilícita”.
El gobierno municipal, ha hecho un calvario el trámite para apoyar a los lesionados ya sea con el pago del agua o del predial, y ni se diga con las operaciones o prótesis.
Ni siquiera ha podido frenar la quema de pirotecnia, que lacera el poco ánimo de los sobrevivientes.
“Ya ni arreglaron (el lugar donde ocurrieron las explosiones), el obispo llegó bien tarde, al gobierno ya le vale, la gente truena muchos cohetes, a consecuencia de tener tantos cohetes y pólvora almacenada aquí murió mi hermano, para todos fue un mal día, en ese entonces todavía estaba mi madre, un primo que venía con mi hermano terminó lesionado, un amigo lo recogió de aquí, él nos dijo que mi hermano Gonzalo había muerto. Nosotros lo anduvimos buscando en los hospitales hasta que nos dijeron que en estadio estaban colocando los cuerpos, ahí es donde fueron a identificarlo mis familiares”.
“Es una porquería el gobierno, a final de cuentas no se hace nada, quisiéramos más conciencia de la gente pero a la mayoría les vale”, relató Ana Laura Bustamante.
Gonzalo tenía 27 años cuando las explosiones le arrebataron la vida, dejó 3 hijos.
Ana Laura formó parte de unas 40 personas que este lunes asistieron a la calle Antonio Plaza a rezar el rosario en memoria de los fallecidos, no hubo autoridades, la misa por primera vez ya no se realizó.
“Han sido 17 años tristes, tristes, nunca se me olvida que el tercero de mis 5 hijos se me fue. La gente ya se olvidó, ya no nos acompaña, eso es malo, pienso que es muy malo porque fue una tragedia muy grande que debemos de recordar para que las futuras generaciones no cometan los mismos errores, de que quemen cohetes por todos lados”, expresó Guana García.
Y señaló: “Ya en cualquier colonia hay niños chiquitos de 4 o 5 años que andan quemando cohetes sin vigilancia de los padres, yo digo que no es justo, debemos evitar más muertes”.
Juna García perdió a su hijo Pedro Ávila García a sus 27 años de edad. Una de las explosiones lo dejó severamente lesionado. Fue trasladado a León, sin embargo a la 1:30 de la madrugada del lunes murió.
Juana sólo acude el 26 de septiembre a la zona de Antonio Plaza, no falla, con la fotografía de un joven guapo portando el uniforme de policía y un ramo de flores.
“Tardé mucho en pasar por aquí, no quería porque me recordaba y sentía mucho dolor, no quería estar aquí”.
“La gente está olvidando, son muy pocos familiares, la gente ya no se acerca, hay personas que aún requieren atención médica, supimos que hace poco murió el señor Socorro”.
Ignacia Orduña se quedó viuda con 6 hijos, la más pequeña apenas tenía un mes de nacida cuando le fueron a avisar que su esposo Bernardino Martínez de oficio policía estaba entre las víctimas.
No le aclararon si lesionado o muerto, estuvo horas en el seguro social, hasta que le pidieron ir a identificarlo entre los fallecidos que se encontraban en la morgue adaptada en las instalaciones de la deportiva.
“La niña me reclama que a su edad ella debería estar estudiando, le digo hija no tengo de dónde te doy estudios, hoy aquí siento mucha tristeza, yo les digo es bien triste quedarse uno sola, pisotean a uno, lo hacen como quieren, como ahorita una pensión de mil 200 pesos para qué me sirve yo no voy a comer cada mes, ahora enferma, mis pies no me ayudan, cada rato me caigo, ¿usted cree que puedo trabajar?, ¿Yo qué hago, qué hago?, nada puedo hacer, si quiera que nos apoyaran”.