Celaya, Gto., por: Redacción.- La violencia se convirtió en lo más difícil que le tocó enfrentar a Monseñor, Víctor Alejandro Aguilar Ledesma a un año de arribar a la Diócesis de Celaya.
Monseñor llegó a esta Diócesis el 12 de julio de 2021, tras la renuncia de Benjamín Castillo Plascencia, quien cumplió la edad para retirarse.
Dijo que siente impotencia de toparse de forma recurrente con personas que le hablan de sus familiares, asesinados o desaparecidos, de negocios cerrados por extorsiones, y de personas que han tenido que abandonar no sólo su casa sino su ciudad.
“El tema de la violencia y la inseguridad es un tema que nos rebasa a nosotros y ha sido lo más difícil de afrontar, y sobre todo ayudar a las personas que han sido víctimas”.
“El día del corpus mucha gente se me acercaba unos con una foto de alguien que habían perdido, alguien que estaba desaparecido, una persona que había sido víctima de esto o de lo otro, o personas que no podían tener ya su negocio y a veces uno siente cierta impotencia de cómo ayudar a tanta necesidad de la gente que está viviendo esas consecuencias de la violencia, inseguridad”.
Monseñor dijo que es común que la gente le cuente cómo la violencia ha marcado sus vidas.
“El tener a veces que emigrar forzosamente a un país, el tener que cerrar su negocio de años, el tener ya una familia incompleta, el dolor de tener una casa donde hubo una situación tan difícil y no poder cambiarse de casa o todas estas circunstancias hacen que uno se sienta sensible ante el dolor de nuestros hermanos”.
En la mayoría de las veces, dijo, no le queda más que consolarlos.
“Uno siente gran impotencia de no poder hacer otra cosa más que consolarlos, aconsejarlos, animarlos, orar por ellos y es parte de lo más difícil, para mí es lo más doloroso darme cuenta de tantas necesidades en esos campos y a veces no poder ayudar”.
“No queda más que ayudarles a salir adelante, no queda más que darles la bendición y que Dios los acompañe”.
Expresó que lo que se está viviendo en Celaya es similar a lo que ocurrió hace 8 años en Michoacán y que ya está familiarizado con situaciones de violencia.
“Es cosa que no se le desea a nadie vivir en estas situaciones y en estos infortunios, de verdad que es triste, doloroso, pero con la fe en Dios y la esperanza y la buena voluntad de tanto empresarios, gobiernos, los académicos, la iglesia y otras denominaciones esperamos que podamos sentarnos y tomar acuerdos”.
Urge, dijo, un gran acuerdo de sociedad y gobierno para afrontar el mal de la violencia.
“No podemos polarizar más la sociedad unos contra otros, o contra el gobierno, el mejor camino es un diálogo constructivo, una corresponsabilidad y sobre todo buscar el bien común de la nación”.
“La intención es que lo que se está invitando es a un acuerdo de otras dimensiones, entre todos buscar estrategias comunes. Lo importante es crear la conciencia de hacerlo como acuerdo, municipal, estatal o nacional, pero sentarnos todos”.
Este año ha sido, dijo, un tiempo para reactivar y reorganizar la Diócesis tras la pandemia, el reto más importante atraer los jóvenes a la iglesia y lo más difícil la violencia.
“Estoy muy contento de estar en la diócesis, porque sé que es una misión que Dios nuestro señor me ha encomendad y con gusto quiero hacerlo. Me he encontrado una Diócesis que de momento había que reactivarla porque estábamos en la pandemia y lo complicaban las secuelas de la pandemia y una parte de reactivar y comenzar a reactivar diversos servicios de la diócesis”.
“Afortunadamente contamos con un grupo numeroso de sacerdotes capacitados, generosos, también para llevar adelante el plan diocesano de pastoral y organizar nuestra Diócesis”-
“Quizá uno de los retos es incorporar a los jóvenes en el trabajo pastoral, atraerlos a la iglesia y tener un lenguaje en el que podamos entendernos con los jóvenes para darle un rostro joven a nuestra iglesia diocesana”.
Dijo que buscan que la iglesia diocesana esté comprometida con las personas y realice una gran promoción vocacional.
“Queremos hacer mucha promoción en iglesia, decanatos, colegios, porque la cosecha es mucha y los trabajadores pocos, nos faltan sacerdotes y queremos ser una diócesis que promueva mucho las vocaciones propias de nuestros lugares”.