Ciudad de México.- Terminado el primer tiempo entre los Dallas Cowboys (28) contra los Buffalo Bills (10), aparece una cuenta regresiva de la Radio City Music anunciando al artista. En una de las pantallas, aparece la figura de Michael Jackson y se eleva hasta que el Rey del Pop aparece, como por arte de magia, sobre ella. Lo mismo ocurre en otra pantalla -al extremo del estadio. Los gritos se vuelven ensordecedores. De repente, el cantante aparece de un salto en medio del escenario tras una inmensa explosión. El público se descontrola –más de lo que ya estaba. Y es que -sin saberlo- van a ser testigos de cómo la historia del halftime show del Super Bowl está por cambiar para siempre.

Dos días previos a la presentación, Michael Jackson había coordinado con el equipo de producción que él iba a indicar el inicio del concierto. La clave: quitarse los lentes. Llegó el 31 de enero de 1993. El astro estaba en medio del estadio de Pasadena en California, vestido como militar, usando los clásicos lentes negros. Tardó aproximadamente minuto y medio en quitárselos. Los 90 segundos más largos para producción. Hasta que -finalmente- voltea la cara, da la señal e inicia con Jam.

Michael Jackson tenía a todo el mundo en la palma de su mano. Cuatro bailarines lo acompañan en el escenario. Las explosiones anuncian que la primera canción acabó, pero lo mejor está por empezar. El artista se quita abruptamente la casaca militar y conserva su -icónica- camisa blanca. El ritmo de la batería solo confirma el siguiente single. Jackson se coloca el sombrero negro con brillos y hace su singular pose. Le siguen unos increíbles –y complejos- movimientos de sus piernas que elevan sus caderas. Billie Jean y el paso lunar se apoderan del recinto.

Habían pasado solo cuatro minutos y el ex Jackson 5 había revolucionado la industria del entretenimiento en los eventos deportivos. El Rey del Pop apostó a ganador. Siguió con el infaltable Black or White. Al final, unas banderas -donde los protagonistas se dan la mano- que venían de ambos extremos del estadio no solo cierran la canción, sino también ofrece una experiencia visual al espectador detrás de la pantalla. Gritos y aplausos se escucharon durante todo un minuto. 

El reto; sin embargo, venía a continuación. Las estradas empiezan a alzar un papel y -a lo lejos- se logra apreciar los dibujos de niños de todo el mundo. "Hoy nos levantamos juntos en todo el mundo uniéndonos por un propósito común de rehacer el planeta y llenarnos de felicidad, entendimiento y cosas buenas. Nadie debería sufrir, especialmente nuestros niños. En estos tiempos, debemos tener éxito. Esto es para los niños del mundo", dice Michael Jackson como introducción a Heal The World. Unos 3 mil 500 menores de todas las culturas llenaron el escenario. De pronto, un globo de la Tierra se infla y -con el estadio a una sola voz- el espectáculo concluye con fuegos artificiales. 

La National Football League (NFL) tomó la iniciativa de buscar grandes artistas para el halftime y atraer a más público. Radio City Productions, que se encargaba de la producción en 1993, mostró un interés particular por Michael Jackson -por obvias razones- y empezaron a negociar con su entonces mánager Sandy Gallin. Tras tres intentos fallidos por contratarlo, el Rey del Pop accedió a presentarse en el espectáculo. Esos 13 minutos cambiaron la historia del Super Bowl. El halftime rondaba los 100 millones de espectadores y había superado al público que vio todo el partido durante ese día. 

Sin embargo, la trascendencia va más allá de la audiencia. El espectáculo ayudó a que el entretiempo se convierta en un evento de gran relevancia. Michael Jackson solo abrió el camino para que cada año, la compañía productora se encargue de buscar a los más grandes artistas para presentarse y ofrecer un evento de calidad que el público merece. 

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