Ciudad de México.- Tenía solo 27 años cuando aquella tarde del 23 de julio de 2011, Amy Winehouse fue encontrada sin vida en su departamento de Londres, Inglaterra. Los resultados de la autopsia determinaron que la talentosa cantante había muerto producto de una intoxicación etílica y no se encontraban restos de ninguna droga en su organismo.

El último tiempo para Amy había sido muy duro, debido a su lucha contra las adicciones, especialmente con el alcohol. La última presentación de la cantante nacida un 13 de septiembre de 1983, había sido considerada la peor de su carrera, en donde no había podido ni siquiera cantar y se la notaba visiblemente alcoholizada.

Lejos había quedado aquella Amy que en 2003 había cautivado a todos con su álbum debut Frank, titulado así en honor a Frank Sinatra, en donde la cantante desplegaba todo su talento en cada una de las canciones y perfilaba para convertirse en una estrella de la música.

Esta consagración finalmente llegó en el año 2006, cuando Winehouse lanzó su segundo álbum Back to Black, que vendió más de 20 millones de copias alrededor del mundo y puso temas como Rehab y You Know I'm no Good en todas las radios dándole cinco premios Grammy.

La poderosa voz de Amy tenía un registro de contralto, abarcando tres octavas y un semitono. Era naturalmente hábil con una gran técnica y el fraseo con brillantez individual que lograba que cada interpretación se destacara.

Lamentablemente, las malas relaciones y la falta de empatía que tuvo su circulo más cercano -especialmente su exnovio y también su padre, quien era su manager- no respondieron a las señales que Amy les enviaba cada vez que caía en las drogas y el consumo excesivo de alcohol. Esta falta de cuidado hacia la artista, provocó que a muy temprana edad sea protagonista de este trágico final. Aunque su voz y su carisma siempre serán una piedra fundamental dentro de la historia de la música del siglo XXI.

Información por la La Nación

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