Ciudad de México.- La pizza podría tener el mismo efecto en el organismo que algunas de las drogas más adictivas, como la heroína y la cocaína.

Según el estudio “Which Foods May Be Addictive? The Roles of Processing, Fat Content, and Glycemic Load”, esta premisa se basa en la conclusión de distintos estudios neurológicos que «han revelado parecidos biológicos en los patrones de disfunción relacionados con recompensa entre "adictos a alimentos" y dependientes a otras sustancias».

La investigación explica que «las personas que sufren de los síntomas de "adicción a la comida" muestran una incremento de la actividad cerebral en las regiones relacionadas con la recompensa (por ejemplo: cuerpo estriado y corteza orbitofrontal medial) en respuesta a señales de comida, consistentes con otros trastornos adictivos», pero…

¿Qué alimentos provocan adicción?

Resulta obvio que la enorme mayoría de alimentos en su estado natural no suelen ser adictivos. Cualquier persona puede tener una fruta, verdura o grano favorito y consumirlo asiduamente, atendiendo a cuán agradable le parece su sabor sin causar efecto negativo alguno en ella. Sin embargo, algunos alimentos pasan por procesos específicos que cambian sus características naturales e incrementan su abuso potencial, tal y como ocurre con las uvas cuando fermentan en vino, o las amapolas y el opio.

Esto explica por qué la pizza provoca una reacción similar a la cocaína y heroína en el cerebro. Se trata de un alimento compuesto, que además de las propiedades naturales de cada uno de sus ingredientes, contiene azúcares, grasas y carbohidratos refinados, todas características añadidas que aumentan su sabor y producen un resultado inesperado en el cerebro, distinto al de cualquier alimento natural.

Al mismo tiempo, las materias primas necesarias para hacer una pizza son sometidas a procesos donde las fibras, proteínas y el agua que contienen naturalmente son eliminadas, provocando una absorción cada vez más rápida de los carbohidratos en el organismo.

La clave de la adicción

Algo similar ocurre con la cocaína, un poderoso estimulante del sistema nervioso central que activa el sistema de recompensa, alimentando un círculo vicioso que provoca un estado de bienestar acompañado de euforia y sensaciones positivas.

El mecanismo resulta idéntico al de la heroína o cocaína: a mayores estímulos, mayor es la recompensa y mayor la necesidad de consumirla de nuevo. Este esquema se repite con la pizza, el chocolate, los pasteles y otros alimentos que se caracterizan por su alto contenido de azúcares refinadas y el complejo proceso que atraviesan antes de llegar a su consumidor final.

La conclusión anterior podría funcionar como una explicación somera del dramático aumento de la obesidad y el sobrepeso en el mundo occidental, condiciones médicas relacionadas con una dieta alta en alimentos procesados y carbohidratos de alta absorción.

Desde un enfoque científico basado en los datos anteriores, ¿podrían considerarse víctimas de una adicción a las personas que sufren de estas afecciones? ¿Qué hacer ante una industria alimenticia mundial especialmente preocupado por las ganancias a través del consumo y no por la salud de los consumidores? (Fuente: Cultura Colectiva)

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