Ciudad de México. (Fuente: Excelsior).- Aunque Leonora Carrington no era mexicana, su amor por nuestro bello país era inmenso y fue bien correspondida.
Reconocida como una de las representantes más importantes del surrealismo, la pintora, escultora y escritora británica encontró en México su otra mitad.
En su obra es posible detectar ese mundo onírico que le interesaba, así como una gran variedad de símbolos y elementos que se repiten a lo largo de su obra.
De niña, Leonora soñaba con ser un caballo y tener la libertad de éste para correr. Los caballos son un elemento que se mantiene en su obra por la misma razón.
Con una obra pictórica repleta de criaturas fantásticas, Leonora fue una de las máximas representantes del surrealismo en México, al lado de figuras como Remedios Varo, quien fue su amiga cercana del mismo modo que la fotógrafa Kati Horna.
Debido al valor artístico de su obra, muchas de sus pinturas fueron adquiridas por coleccionistas particulares, lo que en varias de éstas ha dificultado su exhibición.
Con las esculturas, por fortuna, ha sido distinto. Muchas de ellas han sido exhibidas en exposiciones sobre el sureealismo y sobre su vida. Incluso el Museo Leonora Carrington alberga una colección importante de piezas de la artista.
A diferencia de otros artistas reconocidos por su vida amorosa, la de Leonora Carrington no ha sido el punto principal de su fama. Incluso cuando entre sus parejas se encontraron Max Ernst y Renato Leduc.
Su obra refleja sobre todo la búsqueda de la misma libertad que ella buscó y encontró en México, una que había perdido en Europa a causa de la Segunda Guerra Mundial.
En sus obras, Leonora recobra siluetas humanas (generalmente femeninas) y las transforma con rostros de animales o de objetos creando seres imaginarios.
Sus pinturas tienen presentes a los caballos, seres con quienes tuvo una conexión especial y que fueron una especie de alter ego desde sus primeras obras, y a quienes dedicó también grandes textos en su faceta como escritora.