España.- Un halo de misterio y secretismo ha rodeado a la pequeña localidad zaragozana de Trasmoz a lo largo de los siglos. Desde la Edad Media, las leyendas sobre brujas y aquelarres salpican su historia. El propio Gustavo Adolfo Bécquer quedó seducido por ellas y contribuyó a difundirlas. La Tía Casca es la más famosa: «Con sus greñas blancuznas, su formas extravagantes y su cuerpo encorvado» -según relataba el poeta romántico- se dedicaba a echar males de ojo y hechizos a los vecinos del pueblo, hasta que un linchamiento popular acabó con ella. Eso sí su alma siguió vagando por Trasmoz.
Ubicado en las faldas del Moncayo, a escasos kilómetros del Monasterio Cisterciense de Veruela, este municipio -con apenas 70 habitantes- es actualmente el único pueblo maldito y excomulgado de España. Corría el siglo XIII cuando la localidad fue excomulgada. Por aquel entonces Trasmoz era como una isla laica rodeada de todos los pueblos que pertenecían al Monasterio de Veruela. Según cuentan las leyendas, la actividad de las brujas estaba en aquellos años en su máximo apogeo y, entre los muros de su castillo, los aquelarres y todo tipo de actos paganos eran una constante.
Y maldito y excomulgado ha llegado Trasmoz hasta nuestros días. Una localidad que ha hecho de este enigmático pasado todo un filón turístico. De hecho, son estas historias las que cada año llevan a miles de turistas a visitar esta localidad zaragozana, que ha sabido explotar económicamente a sus brujas y las leyendas del pasado.
Cuenta con un museo dedicado a la brujería y cada año, con la llegada del verano, se celebra una feria dedicada a las brujas, la magia y las plantas medicinales que atrae a cientos de visitantes al pueblo. Sin embargo, si hay una fecha señalada en el calendario festivo es la celebración de Todos los Santos, el Día de los Difuntos y, en Trasmoz, la noche de las ánimas.
Una celebración que viene de antiguo. Se habla de orígenes celtas, donde festejaban la llegada del imperio de las tinieblas, propiciadas por las largas noches invernales. Era el momento para que los espíritus aflorasen y vagasen entre los vivos. Tres son los rituales que se conjugan en estas fiestas: rezos, toques de campanas y prendimiento de luces.
La Asociación Cultural «El Embrujo» ha recuperado parte del ancestral ritual de esta noche mágica y misteriosa y cada 31 de octubre celebra «La luz de las ánimas» e invita a los lugareños y turistas a «vivir una noche tradicional y terrorífica».
En Trasmoz, la jornada festiva comienza por la mañana con la recolección de calabazas, donde los niños cobran especial protagonismo. Se adornan y se colocan para iluminar el recorrido que por la tarde noche realizarán en procesión. Como manda la tradición se reza el Rosario desde la Iglesia al cementerio, y allí tiene lugar un responso por las ánimas benditas. Una procesión en la que también es tradición entonar el canto de «Los gozos para las ánimas benditas», un cántico recuperado que se cantaba hace siglos en la localidad.
Una vez finalizan los actos religiosos, comienza una peculiar iniciativa: las Calles Terroríficas, en la que se recorren las calles y rincones del pueblo que esconden escalofriantes misterios. Una actividad en la que se retrocede en el tiempo, despertando a las ánimas del pasado. (Información: Agencis)