Celaya Gto. Por: Juan Jesús Martínez García
Apreciable lector, una nueva semana inicia y el panorama para nuestro país cambia radicalmente día a día y ante ello el Presidente de no todos los mexicanos y su innombrable equipo presumen lo que no existe, cacaraquean lo inexistente; un acuerdo sobre nada. Ese es el resumen del Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar firmado y presentado el pasado lunes por el gobierno de México y diversas organizaciones empresariales, sindicales y de productores del campo estrictamente afines a lo tricolores que hoy nos mal gobiernan.
Ellos han buscado venderlos la falsa idea de que han logrado imitar aquellos pactos de estabilidad económica de finales de los 80, pero la comparación no es precisa. Hay que destacar que dichos pactos —en sus diversas etapas— tenían objetivos medibles y claros, siendo el más evidente el de disminuir la inflación que ya había alcanzado niveles alarmantes. En la simulación acordada, “firmada” la semana pasada, ni siquiera el objetivo es claro. Supongo que la idea tras su firma era contener, en caso de ser eso posible, un incremento en la inflación consecuencia del aumento en el precio de las gasolinas, que ilusos no? Y me refiero al hecho de que se atreven a creer que con ello convencerán a los mexicanos de que, y como quieren hacerlo ver y saber al extranjero a través de nuestros embajadores, en nuestro País “NO PASA NADA”.
Pero el planteamiento inicial del acuerdo divaga y propone que, ante un entorno internacional adverso e incierto, aunado al aumento en el precio de los combustibles, se deben realizar las acciones necesarias para contribuir a la estabilidad económica del país, la inversión, el empleo, el ingreso y el bienestar de las familias mexicanas. Esos son los ‘ejes’ del acuerdo y para cada eje hay varias medidas.
Las medidas son tan amplias y tan ambiguas como lo son los objetivos, otro embuste más para buscar tapar el sol con un dedo y buscar ocultar su profunda ineptitud para gobernarse, ya ni siquiera hablemos para gobernar al país. Revisando detenidamente el texto, en el abundan verbos que suenan a mucho, pero que concretan poco: fomentar, impulsar, coadyuvar, mejorar, intensificar. Algunas de estas medidas son meramente replanteamientos de lo que tendrían que ser acciones continuas. Por ejemplo, el sector gubernamental se compromete a modernizar el transporte público y a facilitar la movilidad urbana. ¿No debería de ser eso un objetivo continuo?, incluso una obligación implícita en su quehacer. Esperaba encontrar en el Anexo Técnico del Acuerdo más información sobre en qué consistiría esta modernización —¿más líneas de Metro?, ¿autobuses híbridos?, ¿metrobuses?— pero no hay nada. No se ha trabajado en modernizar el transporte público en décadas. Dudo que el acuerdo logre un ápice en este sentido.
Uno de los ejes del acuerdo es mantener la estabilidad económica del país. ¿Es necesario plantear esto en un acuerdo? ¿No es uno de los objetivos principales de cualquier gobierno mantener la estabilidad económica del país que sea? Entre las medidas para atender este eje se incluyen cumplir con el ajuste del gasto aprobado para este año, mantener niveles de capitalización adecuados en el sistema bancario, implementar las reformas estructurales, un manejo eficiente de la deuda. Es decir, en el Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar se están incluyendo las obligaciones mínimas y los compromisos elementales que tendrían que cumplirse siempre, pues según recuerdo como que prácticamente en ello basaron sus promesas de campaña, lo que demostraba la nueva era del dinosaurio en el poder.
En este acuerdo, el sector laboral se compromete a intensificar los procesos de productividad que permitan incrementar la competitividad. La baja productividad es uno de los grandes problemas de México. Somos el país menos productivo de la OCDE. No sólo eso, sino que la productividad laboral va en picada. En términos anualizados, la productividad laboral disminuyó 1.2 por ciento en 2016. Supongo que para arreglar el problema, basta plantearlo como un compromiso más del acuerdo. La productividad no mejora por decreto a través de sectores a modo.
Por otro lado, el acuerdo también habla de preservar y fortalecer la cultura de la legalidad y el Estado de derecho. Para cumplir este objetivo —si es que preservar y fortalecer son los objetivos— el gobierno federal se compromete a que, junto con los gobiernos estatales y municipales, impulsará medidas para promover la cultura de la legalidad y la formalidad. De nuevo consulté el Anexo Técnico para ver si ahí había un planteamiento más específico de cuáles serían estas medidas, pero de nuevo, nada. Únicamente dice que se combatirá la corrupción y aumentará la transparencia, como cuando se acordó acreditar y modernizar todas las policías del país y al sistema de justicia mexicano, jaja.
No me queda claro cuál fue el propósito de este acuerdo. Si la idea era intentar contener el traspaso del incremento del precio de la gasolina a otros precios, se debería de haber enfocado en eso, si acaso. Aunque incluso cuando toca ese tema en específico, también lo hace de forma ambigua. Se comprometen los firmantes a que no habrá aumentos injustificados en los precios de los productos de la canasta básica. No se comprometen a que no haya aumentos, únicamente a que éstos no sean injustificados. Es decir, sí habrá mientras sean justificados. El tema será quién decide cuánto se justifica y cuánto no, pues los que vivimos normalmente hoy sentimos ese aumento gradual y progresivo que lesiona nuestra economía familiar: transporte público, gas, productos de la canasta básica, ropa solo por mencionar algunas cosas más que evidentes.
El texto dice “el Acuerdo habrá de responder a la complejidad de nuestros tiempos”. No lo hace. Sin duda vivimos tiempos complejos y convulsos. Este es un acuerdo hueco y sin sentido, otro engaño más al pueblo de México. Es un acuerdo que no responde a nada y que no resuelve nada. ¿Llegará el momento en el que nos tomemos en serio? Que logremos hacerlo juntos y organizados haciendo que quienes dicen representarnos en las diversas instancias ejecutivas, pero sobretodo legislativas hagan lo propio? Pero no pensando en sus intereses personales o de grupo.
Esto depende de cada uno de nosotros pues las marchas y diversas manifestaciones pacíficas, aunque si bien representan un derecho corren el riesgo, como ya ha sucedido de caer en actos de vandalismo y anarquía que solo provocan más molestias y hastío entre nosotros los ciudadanos, mientras el gobierno federal inepto disfruta de nuestra decisión incluso sembrando vándalos para causar pánico y tenernos encerrados y aislados profundizando así la crisis que hoy ya resentimos; que por cierto dicen que es necesario aunque no deseable.
Pero finalmente tu opinión es la única importante.
Hasta la próxima.