Florida, EU.- Aleyda Rivera parecía asustada, y se acurrucó de miedo cuando su madre, Rosa Alcides Rivera, acudió a la escuela primaria de Westridge, en Orlando, Florida, a sacarla de clase. Tenía sólo 11 años. Dos días después, estaba muerta.
La mujer acudió con su hija al hospital Winnie Palmer y confesó que la había apuñalado más de una docena de veces.
La mujer está detenida en la cárcel del condado de Orange acusada de asesinato en primer grado. Según el sheriff, John Mina, tras apuñalarla 15 veces, manejó durante horas antes de llevarla al hospital, donde moriría poco después.
Ya en el hospital, intentó recabar ayuda, asegurando: “Mi bebé está muerto”. Luego se puso violenta, desenvainó un cuchillo y el hospital fue puesto en alerta, según informa la emisora News 13.
De acuerdo con el reporte policial, la mujer confesó el crimen, explicando que creía que la niña había tenido sexo con hombres. Según dijo, la menor sonreía “diferente”.
“La mató para evitar que tuviera relaciones sexuales con hombres, pero creemos que no hay evidencia de ello”, explicó el sheriff.
El oficial considera que no hay evidencias de abusos previos por parte de la madre: “Creo que el mensaje es que la violencia doméstica sigue ocurriendo".
Un trabajador de la escuela contó a la policía lo ocurrido, porque le dejó inquieto, pensando porqué el centro educativo no llamó al Departamento estatal de Familia para avisar.
La Junta escolar del condado ha indicado al diario que nunca se observó signo alguno de abuso físico o emocional.
La familia de la mujer ha indicado que se estaba comportando de forma anormal desde hacía días, caminando de un lado para otro nerviosamente o haciendo afirmaciones falsas.
En los días previos al ataque, su comportamiento fue aún más errático, según documentos judiciales a los que tuvo acceso el mencionado diario, lo que llevó a la familia a preocuparse por el bienestar de la niña.