Esta mujer es considerada una de las ‘escort’ más exitosas de San Francisco y aunque afirma en su sitio web que es “estudiante, viajera, escritora y profesora de yoga”; ella misma se define principalmente como trabajadora sexual.

Se trata de Ava Hudson, una hermosa californiana que solo atiende clientes seleccionados, esos que pagan sin problema 600 dólares por 90 minutos de encuentro, señala su representante Andre Shakti en una entrevista para la revista ‘Mel’.

Es tal el rigor del proceso de selección de los “pretendientes” que antes de cualquier contacto con Hudson, primero deben ser investigados por su asistente, quien verifica minuciosamente los antecedentes y las referencias que deben suministrar previamente.

La ‘escort’ reconoce que su papel en la industria es excepcional. Cabe mencionar que la gran mayoría de las mujeres que se dedican a la prostitución generalmente son de bajos recursos económicos, inmigrantes e indocumentadas. Sin embargo, la californiana es joven, blanca y con estudios universitarios, características que le permiten establecer elevadas e inusuales tarifas por su servicio.

Ava es consciente de las deplorables condiciones de la mayoría de sus colegas, por lo que persiste en la lucha para que el trabajo sexual sea reconocido como una profesión legítima.

Fotografía de Ava Hudson publicada en su portal yourprivatebondgirl.com
Como le ha ocurrido a muchas jóvenes, terminó ejerciendo esta profesión ante la imposibilidad de encontrar un trabajo, aún habiendo cursado una licenciatura en una de las universidades de la Ivy League. De esta forma comenzó a laborar en un burdel clandestino de Toronto, de donde fue despedida por intentar sindicarse con sus colegas para mejorar las condiciones. Luego de esto trabajó en distintos clubs de la ciudad canadiense, donde contactó inicialmente con la ‘jet set’ para terminar vinculándose con ‘Cupid´s Escorts’, la agencia de mayor prestigio de la metrópoli.

“Contaba con chofer propio que me transportaba a cualquier sitio de la ciudad y atendía a mis clientes en las viviendas y los hoteles más elegantes”, cuenta Hudson. No obstante, luego de algún tiempo y a pesar de las óptimas condiciones laborales, la ‘escort’ decidió montar su propio negocio con el fin de obtener mejores beneficios económicos.

“QUE TE PAGUEN POR HACER EL AMOR CIERTAMENTE CAMBIA ALGUNAS COSAS. EMPECÉ A VALORAR MUCHO MÁS EL SEXO QUE TENGO EN MI VIDA PERSONAL”.

Llena de lujo y amor

La mujer asegura que los encuentros los concibe de una manera diferente a lo que normalmente suele ser una sesión con una prostituta (término que durante la entrevista evita usar): “Usualmente al inicio del encuentro disfruto de una buena comida y de una amena charla con los clientes. Arte, filosofía, literatura… casi de todo menos política. El cerebro es el mayor órgano sexual, si logras estimular mi mente, entonces cautivas mi cuerpo”.

A lo largo de su trayectoria, Ava admite haber vivido toda clase de experiencias, entre las que menciona volar en jet privado por todo el mundo, compartir fines de semanas con parejas, disfrutar de exclusivos masajes eróticos en Barcelona y, desde luego, participar en multitudinarias orgías al más puro estilo del largometraje ‘Eyes Wide Shut’.

“Realmente las cosas más escandalosas ocurren cuando los profesionales del sexo se reúnen con otros profesionales del sexo”. expresa la californiana. “¿Contemplar a ocho espectaculares mujeres saliendo de una bañera mojadas para llenar nuevamente sus copas de champán? Sí, por favor”.

‘Escort’ ¿el trabajo ideal?

A juicio de Ava, de una u otra manera las mujeres consciente o incoscientemente intervienen en el trabajo sexual, “Así como el mundo está configurado, las mujeres están sujetas a vivir de los activos materiales de los hombres y complacerse con ellos”, afirma la ‘escort’. “Es un prototipo que se basa en la pobreza, apoyado en la falsa idea de que las ganancias materiales son suficientes para que las personas se mantengan y no reconoce el trabajo emocional no remunerado inherente a dichos intercambios. El trabajo sexual añade transparencia y permite un intercambio distinto de intimidad”.

En ciertas sociedades tal vez la prostitución se trate de un intercambio entre iguales, pero el caso de Ava Hudson puede ser la excepción que ratifica la regla e idealizar su trabajo como ‘escort’ puede significar el olvido de las 4,5 millones de personas en todo el mundo (según la OIT) que son víctimas de explotación sexual forzosa. (Información: Grandes Medios)

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