Francia.- El presidente francés, Emmanuel Macron, sorprendió esta semana a sus socios europeos, al desvincularse hasta en dos ocasiones de su compromiso europeísta, en un intento por recuperar el control tras problemas a nivel interno.
El jueves, en tan solo unas horas, el presidente francés, elegido por su compromiso europeísta, pareció hasta en dos ocasiones no cumplir sus promesas de campaña y de inicio de mandato.
Primero, anunció su intención de crear centros «hotspots» en Libia para registrar en ese país a los aspirantes a migrar a Europa, con o sin los demás socios europeos.
«Sabíamos que (el expresidente) Nicolas Sarkozy era capaz de hacer un anuncio como este, por iniciativa propia, sin el acuerdo de los socios europeos. Pero no Macron, el europeo declarado», arremetía el viernes el diario económico alemán Handelsblatt.
Después, el mismo día, el gobierno francés nacionalizó de manera provisional los astilleros de STF France, de los que el grupo italiano Fincantieri iba a tomar el control tras un acuerdo alcanzado durante la presidencia del socialista François Hollande.
En Roma, la crítica de «nacionalismo» y «proteccionismo» del nuevo jefe del Estado francés no se hizo esperar. Sobre los «hotspots», Emmanuel Macron cometió una «grave ofensa diplomática» al ignorar a los italianos -ex potencia colonial de Libia-, quienes se encuentran en la primera línea en el Mediterráneo frente a la llegada de inmigrantes, afirma el periódico La Stampa.
«Nacionalista»
Según el Handelsblatt, esta actuación independiente «arroja una nueva luz sobre el compromiso» europeo del jefe del Estado francés, quien hizo del fortalecimiento de la Unión Europea su prioridad.
Según un exconsejero del ejecutivo y agudo observador de la política francesa, Emmanuel Macron está sin duda apegado al ideal europeo, pero lo está aún más a la defensa de los intereses nacionales.
«Sobre las cuestiones europeas e internacionales, se inclina más por la soberanía que por Europa y el hecho de entenderse bien con Angela Merkel no cambia las cosas», subraya. «El general de Gaulle se entendía muy bien con Konrad Adenauer y sin embargo era muy nacionalista», insiste.
«Emmanuel Macron cree que Europa es un multiplicador de poder para Francia», asegura. Según él, el jefe del Estado intentó también recuperarse tras una primera caída en las encuestas y el malestar provocado por la rebaja de las ayudas sociales para los más desfavorecidos.
«Han intentado estar un poco en todos los frentes los últimos días para hacer olvidar esta historia», analiza el exconsejero.
El martes, Macron, protagonizó las portadas internacionales reuniendo en una misión de mediador a los dos hermanos enemigos de la crisis libia en París.
Supermán
«No se puede decir que Bruselas e Italia hayan sido capaces de dar el impulso necesario en Libia. Así que él [Macron] lo intenta. O bien tiene éxito y todo el mundo dirá ‘es un jefe, es supermán’, o bien fracasa y dirán ‘franceses arrogantes, etc.'», resume François Heisbourg, presidente del Instituto Internacional para los Estudios Estratégicos en Londres.
La iniciativa unilateral sobre los «hotspots» resulta sin embargo más arriesgada debido a las permanentes tensiones entre países miembros de la UE en la crisis migratoria.
Macron es consciente también de que dispone de un margen de maniobra mucho más grande a nivel internacional que en política interior.
«Como todos los nuevos presidentes, descubre instrumentos y cede a la tentación de utilizarlos plenamente», señala Heisbourg, haciendo un paralelismo con Nicolas Sarkozy que, a su llegada en 2007, quiso instaurar una Unión del Mediterráneo.
A fin de cuentas, su credibilidad europea se jugará sobre «el éxito de las reformas en la UE y sobre el restablecimiento de la confianza entre Francia y Alemania», considera.
En Berlín, este hiperactivismo corre el riesgo de ser mal percibido. «La canciller parece un poco frustrada por este presidente que hace malabarismos», destaca Stefani Weiss, experta en cuestiones europeas de la Fundación Bertelsmann.