Cap d´Agde es una pequeña ciudad ubicada en la costa mediterránea de Francia, donde el nudismo es permitido, incluso se tendría que hacer una acotación para explicar que ellos practican el “naturalismo” no el “nudismo”.
Esta pequeña ciudad francesa, se caracteriza por ver el cuerpo desnudo como un estilo de vida, algo natural, una forma de desprenderse de lo material y entrar en contacto con la naturaleza. Aquí, se puede estar desnudo en cualquier punto de la ciudad, a cualquier hora y el tiempo que se deseé.
En Cap d´Agde también se caracteriza por ser un lugar tranquilo y sin violencia; las únicas reglas que existen son las que fomentan el respeto entre los ciudadanos.
En cuanto a la playa, lugar donde son legales los encuentros sexuales, se divide en tres secciones: la primera está dirigida a toda la familia, sin tener ningún problema; las otras dos secciones están destinadas para los encuentros sexuales; se divide en dos partes puesto que una es para heterosexuales y la otra para homosexuales.
Aunque no está permitido tomar fotografías, muchas historias han llegado a las redes sociales, donde se alimenta la fascinación por el lugar.
*Otro lugar es Amsterdam: Hasta el momento habíamos hablado en alguna ocasión de parques del sexo, pero no de sexo en el parque, si se me permite el fácil juego de palabras. Ahora se suma un dato más a la fama de permisiva y tolerate que tiene una ciudad como Ámsterdam.
Los escaparates del Barrio Rojo (que por otro lado están absolutamente integrados en el entorno de la ciudad y no escandalizan a nadie, o casi) serán cosa de niños comparados con lo que podremos ver en otros lugares de Ámsterdam…
No nos extrañemos si estamos recorriendo el céntrico parque de Vondel en la capital holandesa y descubrimos a una pareja que llega, aparca la bici y… ¡zas!, se pone a hacer el amor tan campante.
Y cuidado, viajeros amantes de probar lo prohibido (en otros lugares), que la permisión empieza en septiembre, sólo por la noche y alejados de zonas en las que no puedan jugar niños. Esta decisión de la Concejalía de Urbanismo no supone que el sexo en público deje de ser delito, sino que la policía hará la vista gorda para concentrarse en otros asuntos de más gravedad.
La concejalía ha decidido dedicarse a combatir delitos que causan molestia a terceros y ser más flexible con el sexo en público, "que no inoportuna a nadie". Por ejemplo, sí será perseguido el hecho de pasear con un perro suelto, algo que "estorba a muchas personas y merece más la pena que se combata".
Para que veamos lo que pueden cambiar las prioridades según el prisma con que se miren… Con esta medida se corrobora esa mirada tolerante de Ámsterdam, inimaginable en la mayoría de los países del mundo.
Y, en fin, soy de la opinión de que si no se molesta y es un lugar apartado, le vendrá bien a muchas parejas… Eso sí, a más de un hotelito le restará clientes, ¡y seguro que algún paseante se lleva una sorpresa por la noche por el parque Vondel!
*Lugares donde no se permite tener sexo pero es relativamente seguro: Siempre me he preguntado qué es lo que hace que las personas se sientan atraídas a las películas de terror. Es evidente que no soy aficionado al género. Mi personalidad ansiosa y aprensiva —por no llamarle cobardía— no me permite, ni siquiera, leer las sinopsis sin tener pesadillas en la noche. Pero, vuelvo a mi duda original. ¿Por qué le gusta a la gente que la asusten y, peor aún, paga dinero por ello?
Resulta que todo tiene que ver con los altos niveles de adrenalina y dopamina que el cuerpo libera cuando siente la amenaza de un peligro inminente. La primera sustancia produce un estado de alerta máxima, ya sea para pelear o huir, mientras que la segunda provoca intensos sentimientos de placer y satisfacción. Una vez superado el riesgo, los torrentes de estos químicos generan un estado de éxtasis.
De igual manera, cuando una persona está excitada también se libera un coctel de químicos que incluyen a la adrenalina y dopamina, preparando al organismo para un encuentro sexual. Ahora imaginemos lo que ocurre cuando se combina el miedo con la excitación. El desenlace es una bomba de placer producto de todas las sustancias que naturalmente producimos para tener un mejor desempeño.
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Por eso el sexo en público resulta tan atractivo para muchas parejas. En esta actividad se reúnen dos factores clave: la excitación sexual y el miedo a ser visto, sorprendido o, incluso, aprehendido. Los riesgos del sexo en público son vastos e incluyen la cárcel o una multa considerable dependiendo de la situación. No obstante, existen formas de minimizarlos y aun así disfrutar de esta práctica común y deseada por tantos.
Aquí algunas recomendaciones:
*Nota: las siguientes ideas no garantizan que no se vaya a cometer algún tipo de ofensa o delito. Te recomendamos conocer las leyes de tu localidad sobre “faltas a la moral” y “exhibicionismo”, como esta nota sobre la legislación al respecto en la CDMX. La mayoría de las sanciones tienen que ver con agredir a otras personas, terceros, con los actos cometidos, así que, antes que nada, respeta a tu prójimo.
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Parques o playas
A partir de cierta hora —depende de cada lugar— los espacios públicos quedan desolados. Pueden encontrar un sitio aislado y sentir sus cuerpos expuestos ante la naturaleza. Lleven cobijas y toallas y téngalas listas por si pasa alguien que siga deambulando por ahí.
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Baños públicos
Conforme la noche y el alcohol fluyen los deseos se encienden. Los agarrones en los bares antros a veces no son suficientes. Si desean llevar ese arranque de pasión al extremo, los baños combinan privacidad y emoción por igual. Es secreto es que no sean baños compartidos (tanto de hombres como de mujeres) y que puedan cerrarse bien. Si es el único baño, es probable que haya una fila afuera, por lo que la excusa de “Se sentía mal y vine a ayudarle”, es muy eficaz. En caso de elegir el baño de un avión, es indispensable consultar antes las leyes de los países a los que se viaja, ya que hay regiones, como el Reino Unido, donde esta conducta puede ser una ofensa grave.
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Ventanas de hoteles
Varias parejas acostumbran usar las habitaciones de los hoteles para consumar sus romances. Pero, por lo general, suelen cerrar las cortinas antes de quitarse la ropa. Con omitir este paso o, mejor aún, acercarse a las ventanas se incrementa exponencialmente la emoción de la aventura.
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Balcones
Las casas y departamentos con balcones combinan lo mejor de los dos mundos: la seguridad del hogar con esa cosquilla exhibicionista. Dependiendo de las dimensiones del espacio pueden hacerlo muy cómodo, poniendo en el piso una colchoneta. Si no, de pie y viendo al infinito es una gran experiencia también.
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El auto
Otro clásico al que se le puede dar, literal, una vuelta. Desde conducir a un mirador lejos de la ciudad, estacionarse en una calle poco transitada o encerrarse en un estacionamiento público son algunos sitios para acelerar el pulso. Solo asegúrense de que las puertas y ventanas estén bien cerradas y tener las llaves a la mano.
- Cines
De jóvenes el único lugar que existía para echar pasión con nuestras parejas eran los cines. De adultos, aunque ya no sea una “necesidad”, puede seguir siendo emocionante. Sin embargo, no es recomendable entablar de lleno una relación sexual, ya que además de que los riesgos de sí tener un problema con la autoridad, en general es de mal gusto para los usuarios que entrarán después a la sala. Lo que sí se puede hacer es lo mismo que hacían durante la adolescencia: darse el faje de sus vidas en una función vacía, la película es lo de menos.