Ciudad de México. Mucho se ha hablado de los viajes en el tiempo, documentales, películas y hasta programas de televisión nos han llevado a ese mundo, de ‘fantasía’, donde puedes regresar o adelantarte a tu época. No hay duda de que, si yo pudiera hacerlo, uno los lugares que visitaría sin pensarlo, sería la, ahora legendaria Discoteca Studio 54.

Un lugar llamado como ‘La Gomorra Moderna’ y que abrió sus puertas a finales de la década de los 70´s en Nueva York, sitio por donde desfilaron un sin número de criaturas hermosas, desde famosos, hasta modelos, perfectos desconocidos que tenían para compartir una gran pista de baile, palcos para encuentros sexuales e intercambio de droga, así como pensamientos y visiones adelantadas al menos 20 años para su época.

Este lugar tuvo un papel formativo a nivel mundial en cuanto al concepto de centros nocturnos en general, y fue uno de los primeros en abrir las puertas a todo tipo de gente, en un mismo recinto.

Studio 54 se distinguía por no marcar etiquetas y dejar entrar, siempre y cuando fueras hermoso, o interesante, a lo más top de la sociedad neuyorkina, así como aquellos salidos de las ‘cloacas’, el underground mezclándolo con lo celestial.

Remontándonos a los origines del lugar, Studio 54 fue gestionado por Steve Rubell, un personaje llamativo y abiertamente homosexual, y su amigo heterosexual  Ian Schrager, de la mano y con una idea que sobre pasada su presupuesto, lograron hacer de este uno de los lugares más exitosos de la vida nocturna.

Para la noche del estreno, Carmen D'Alessio, la directora de relaciones públicas del modisto Valentino, fue quien les sugirió «dar el salto a Manhattan», abriendo un club para los círculos más chic de la ciudad.

Ella les puso en contacto con Andy Warhol, quien acudiría a la cena preinaugural al igual que Calvin Klein.

Carmen D'Alessio contaba con valiosos contactos entre la jet-set europea y americana, y para la inauguración del local, remitió invitaciones por correo a unas 5.000 personas elegidas de sus listas de amigos y conocidos.

Dimensionas el nivel de lugar y su importancia en la Cultura Pop cuando te dicen que a la inauguración acudieron Diana RossMick Jagger y su entonces esposa, Bianca, Salvador DalíLiza MinnelliDonald Trump y su esposa Ivana, Debbie HarryBrooke Shields y un largo etcétera.

Varias estrellas como Warren BeattyCherWoody Allen y Frank Sinatra querían disfrutar del festejo, pero no pudieron entrar; se cuenta que varios de ellos fueron rechazados por el despótico control que se ejercía en la puerta.

El cadenero, Rubell, era conocido por seleccionar a su antojo a los clientes, eligiéndolos del tumulto de gente que esperaba afuera, al otro lado de un cordón custodiado por vigilantes.

Rubell mezclaba hermosos «don nadies» con glamurosas celebridades en el mismo recinto, pues seguía la lógica de que los extremos o excesos son el camino a la perfección, o como decía: «El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría» citando la conocida máxima de William Blake. En realidad, la finalidad de tal mezcolanza de público era más carnal que espiritual: Rubell ofrecía a su clientela de vips un ambiente repleto de jóvenes aspirantes sexualmente accesibles y todo quedaba a salvo de los flashes fotográficos.

 “Si eras una persona ‘bonita’, ‘con estilo’, eras ‘gay’ o tenías un look diferente, o bien lo tuyo era ser un drag queen llamativo, tenías asegurada la entrada. De lo contrario, jamás entrarías. Así comenzó el mito de Studio 54, con el reto de poder entrar y ser uno de los ‘escogidos’”, relató una periodista que fue a cubrir la noche de la inauguración.

A los afortunados y quienes pagaban el cover y podían disfrutar del club y su música, entre camareros casi desnudos (llevaban apenas unos calzones para cubrir un mínimo de sus cuerpos). La gente al entrar se sentía 100% liberada, pues en aquel espacio se pensaba que todo era posible.

En los años 70 Nueva York contaba con muchas discotecas y eran como las de cualquier parte del mundo; divertidas, más o menos lujosas, con aquellas luces y la ensordecedora música. Pero Studio 54 era otro mundo, un sitio de fantasía y puro surrealismo.

En Studio, la sexualidad y las drogas estaban muy presentes, y muchos de los guapos y jóvenes camareros tocaban y se dejaban tocar por hombres y mujeres, mientras se deslizaban con bandejas en una sola mano; siempre se les veía felices y sonrientes. Uno de ellos fue Alex Baldwin, quien dejó de trabajar ahí porque la atmósfera sexual era ‘superada’, contó después.

Era común estar o pasar junto a Andy Warhol, quien con su cámara Instamatic fotografiaba todo. Era muy amable y sonreía, pero nunca hablaba. Elizabeth Taylor, Michael Jackson, Calvin Klein, todos los Rolling Stones, Lauren Hutton, Sofia Loren, Gloria Vanderbilt y una jovencísima Brooke Shields eran asiduos, igual que el diseñador Halston.

Las fotos de las fiestas, tomadas muy al estilo paparazzi, sin autorización de los protagonistas, que en 1978 hubieran sido un escándalo y arruinado la reputación de muchos famosos, no eran publicadas, pues los editores de periódicos y revistas tenían una política de discreción; sólo se publicaban aquellas para las que sus protagonistas posaban. Varias veces dejaban entrar a la ‘prensa’, pero a los fotógrafos se les prohibía tomar imágenes, y como en aquellos años no existían los smartphones, no había forma de burlar las reglas, que el propio dueño, Steve Rubell, se encargaba de vigilar ferozmente.

El lugar donde estuvo Studio 54 fue construido en 1927 como el Gallo Opera House, y más tarde se convirtió en un estudio de transmisiones de la CBS. Por eso tenía un segundo piso de gradas y asientos, que se mantuvieron cuando se transformó en el famoso club nocturno.

 En 1977, cuando la música disco era la locura, Steve Rubell e Ian Schrager abrieron el local, gastándose miles de dólares en un futurista sistema de luces y efectos especiales, entre ellos un enorme órgano sexual de luces que colgaba del techo y subía y bajaba en medio del ritmo de la música, causando gritos y alaridos entre los bailarines. Pero para sorpresa de todos, cuando estaba en la cumbre de su fama y era un happening conocido en todo el mundo, a sus 33 meses de existencia, cerró, y sus fundadores terminaron en la cárcel sentenciados 13 meses, tras reconocer evasión del pago de impuestos; al interior de las paredes del recinto se guardaban miles de dólares en efectivo que no se declararon al fisco y todo se volvió un gran escándalo. ¡El curioso fenómeno social sólo duró tres años!

Después del show, del sexo, del baile, de los excesos. Aquí te dejamos algunos de los datos de lo que pasó con sus protagonistas y de cómo, poco a poco, el lugar fue perdiendo ‘fama’, sin imaginar que en realidad sería uno de los lugares más comentados del mundo al pasar de las décadas.

•La noche que cerró, en 1980, Diana Ross dio a sus dueños una serenata de despedida, junto a asiduos del club como Cindy Crawford, Richard Gere y Jack Nicholson.

•Steve Rubell murió al salir de la cárcel, e Ian Schrager comenzó una carrera como innovador hotelero, fundando el famoso Hotel Delano y otros muchos.

•Al inventar el concepto de Studio 54 surgió una nueva cultura en el mundo de la vida nocturna. Muchos clubes internacionales (como en la isla de Ibiza) hasta el día de hoy se inspiran en los excesos y el espectáculo que fue Studio.

•En 1981 el nuevo dueño, Mark Fleischman, lo reabrió con una gran esta, y los sábados en la noche sus shows musicales lo mantuvieron lleno, con actuaciones de Madonna, Wham!, Duran Duran, Cyndi Lauper, Culture Club, Lime y Menudo. Después fue vendido de nuevo, y aunque siguió funcionando hasta 1986, ya nunca fue el mismo, su mito había desaparecido, y poco a poco los famosos se fueron a buscar nuevos lugares.

Al menos las fotografías, las historias y las anécdotas de sus visitantes, artistas y locos, nos dan una idea de lo que hubiera sido pisar la pista de baile más codiciada, en su momento, por los amantes de la vida nocturna.

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